Por desgracia, del fraude al
seguro sigue siendo una costumbre con demasiado arraigo en la sociedad
española: de cada 100 siniestros que
tuvieron lugar en nuestro país entre 2009 y 2014, seis no lo fueron. Este fraude
supone un coste para el sector asegurador de 1.190 millones de euros al año, lo
que equivale a un incremento del 18,5% respecto al año 2012 en el sector de
autos.
El problema es que parece que
muchas de estas personas desconocen (o no quieren saber) que estas acciones repercuten directamente en
el precio de las pólizas de los demás, ya que el sector traslada estas pérdidas en el resto de las primas. Además,
es la rama de autos la que se llevan la
palma en lo que se refiere a los intentos de fraude al seguro, ya que concentran el 70%
del fraude al sector asegurador tras haberse multiplicado por 3,5 desde
2009. Y es que la crisis y la mala situación económica de muchas familias han llevado a muchas personas a pensar en el fraude al seguro como una solución para paliar sus problemas económicos.
Así se desprende del III Barómetro del Fraude presentado
esta semana por Línea Directa Aseguradora, en el que como dato positivo se hace referencia a que existe una mayor concienciación
en los últimos dos años después de que la “intención” de defraudar se haya
reducido a la mitad puesto que la opinión pública ya conocer las posibles consecuencias judiciales y penales que pueden producirse. Aún así, del total de la
muestra de encuestados en el estudio, el
73% confirma que intentaría defraudar si tuviera un beneficio económico
directo.
Murcia, Cuenca y Jaén conforman el podio de provincias con mayor fraude
De todos estos intentos de fraude,
no llega al 5% los que están
relacionados con lesiones físicas, aunque estos supongan un coste mucho mayor
para el sector: unos 17.400 euros de media. Por otro lado, el 94% de los fraudes
están relacionados con daños materiales. El estudio también arroja que si bien
los hombres son los que defraudan más e incluso alardean con sus allegados del
fraude al seguro, las mujeres fingen mayor gravedad en las lesiones, siendo el esguince cervical la lesión más
“corriente” de todas.
El perfil del defraudador medio
quedó entonces en un varón de menos de 26 años con empleo poco remunerado e
incluso en situación de desempleo. Otro de los datos curiosos es que Soria, Salamanca y Burgos son las tres
regiones españolas en las que se registró un menor fraude en 2014, mientras
que Cuenca, Murcia y Jaén ocuparon el penoso honor de ser las tres provincias
con mayor fraude.
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